«Hay una forma omnipresente de violencia contemporánea… es el activismo y el exceso de trabajo.

La prisa y la presión de la vida moderna son una forma, quizás la más común, de esta violencia innata.

Dejarse llevar por una multitud de inquietudes contradictorias, intentar cumplir demasiadas demandas, comprometerse con demasiados proyectos, querer ayudar a todos en todo, es sucumbir a esta violencia».

Thomas Merton

De esta aguda manera, nos recuerda Merton que con la frenética actividad de la vida moderna hemos perdido el equilibrio entre trabajo y descanso.

Tu vida requiere ese ritmo. Requiere descanso también.

Esto es cierto a todos los niveles.

Desde el nivel orgánico más básico, en donde tu corazón descansa unos instantes después de cada golpe vital. O tus pulmones hacen una pausa entre inhalación y exhalación.

Hasta niveles más amplios, como los ciclos de vigilia y sueño, en donde tu cuerpo se activa, pero en la noche necesita dormir.

Sin embargo, vivimos en una cultura que invariablemente supone que la acción y el logro son mejores que el descanso.

Que asume como un hecho incuestionable que hacer algo -cualquier cosa- es mejor que no hacer nada.

¡Qué seductoras resultan las promesas de tener más!:

Más dinero,… más reconocimiento… más satisfacción… más información… más poder… más posesiones… más seguridad…

Sin darte cuenta, comienza a invadirte la prisa, esa que muchas veces te lleva a perderte en el camino…

… Y de repente te descubres echando de menos la brújula interna que te mostraba por dónde ir.

… O extrañas la sabiduría que te da el silencio.

… O anhelas la alegría y el amor que nacen del placer sin esfuerzo.

Envenenado por la creencia hipnótica de que las cosas buenas sólo vienen a través de la determinación férrea y el esfuerzo incansable, nunca te permites descansar plenamente.

Cuando esto pasa, has perdido tu ritmo esencial.

Sin pausas, sin  descansos, respondes desde el modo de sobrevivencia, donde todo lo que te encuentras asume una importancia abrumadora.

Cuando te mueves más y más rápido, cada encuentro, cada detalle, cada pendiente crece en importancia.  Todo parece más urgente de lo que realmente es, y reaccionas con desesperación.

Independientemente de tus creencias religiosas, es interesante recordar como en muchas tradiciones espirituales hay una invocación sobre la necesidad sagrada del descanso.

El domingo, para los cristianos.

El Sabbath, en la tradición judía.

Pero este tiempo sagrado de descanso no tiene que ser tan solemne. También puede ser una tarde de viernes, una hora de reposo, o una caminata en cualquier momento de la semana.

De hecho, cualquier cosa que te nutra internamente y te dé un momento de reposo o silencio, cumple con este principio.

El tiempo de descanso sagrado es un espacio para detenerte. Un  momento donde dejas tus ocupaciones y permites que la divinidad y la tierra se preocupen por las cosas, mientras tu bebes, aunque sólo sea por unos momentos, de la fuente del descanso y el deleite.

Por eso deseo que tengas unas vacaciones en donde abunden espacios de descanso sagrado y puedas volver, en su momento, de regreso a tus actividades profesionales/familiares/cotidianas con el espíritu renovado.

Nosotros en Córpore nos tomaremos esa pausa sagrada.

Aquí volveremos a encontrarnos al final del periodo de vacaciones.

Hasta pronto.
Jorge Galindo
Director CÓRPORE
www.corporal.com.mx
 

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